“No nos caben los alumnos en las aulas”
MADRID // Curso
2010-2011: IES San Cristóbal de los Ángeles (Madrid): cinco profesores menos.
Curso 2011-2012: Ocho profesores menos. Curso 2012-2013: Siete profesores
menos. Yolanda Tasis, profesora, recuerda años en los que en este instituto del
distrito madrileño de Villaverde había más de sesenta docentes. Este curso,
este centro, en uno de los barrios más desfavorecidos de Madrid, empieza con
unos cuarenta docentes y con las clases hacinadas de alumnos por culpa de los
recortes decretados por el Ministerio de Educación que dirige José Ignacio
Wert. El pasado abril, el Gobierno aprobó en base a un Real Decreto el aumento
de un 20% del límite de estudiantes por clase; el no sustituir las bajas de
duración menor a los 10 días y un incremento de las horas lectivas para los
profesores.
En el IES San
Cristóbal de los Ángeles estos recortes se traducen por ejemplo en que habrá
clases con 38 alumnos, un número elevadísimo para este centro con un alto
porcentaje en población inmigrante y de atención especial. “Las aulas se
construyeron para 25, 30 alumnos, no vamos a caber, vamos a estar hacinados”,
denuncia Tasis. Esta docente, que lleva 30 años enseñando, no recuerda una
etapa peor que la actual. “A mi generación, los que ya tenemos cincuentaytantos
y habíamos logrado tantas cosas, le están echando por tierra todo el trabajo”,
se lamenta.
Más ejemplos prácticos
del tijeretazo en la enseñanza: En este instituto (unos 600 alumnos en total)
antes había cuatro profesores para educación compensatoria y ahora no hay ninguno.
Además, los estudiantes con necesidades especiales pasaban, al ir más atrasados
que sus compañeros, todas las horas de Lengua y Matemáticas con profesores de
pedagogía terapéutica, pero estas horas de dedicación especial también se han
visto reducidas.
Nieves Pinilla es otra
profesora del IES de San Cristóbal de los Ángeles. Da clases de Francés y lleva
seis años en este instituto. “Este centro antes era uno de los ejes
vertebradores del barrio, había clases para adultos por la tarde y también
bachillerato nocturno. Eso hacía que el instituto estuviese abierto por las
tardes y así los alumnos podían ir a la biblioteca si querían. Ahora no, ya no
hay ni clases para adultos ni turno de noche”, ejemplifica. A esta profesora,
los recortes también le afectan de manera directa. “Soy profesora de Francés
pero este año me tocará dar Lengua también. Me tengo que preparar estas nuevas
clases porque, aunque soy filóloga, mi especialidad es el Francés”, señala.
Como ella, esta situación de docentes dando clases de una especialidad que no
les corresponde se repite por todo el ámbito educativo.
Pinilla incide en que
este instituto, con muchos alumnos inmigrantes y con otros tantos que se
matriculan por goteo a lo largo del curso, no tiene capacidad como para
aguantar más embistes económicos. “Para atender bien a estos alumnos tendrían
que estar 15, 17 por clase, y no los 38 que va a haber en algunos cursos por
culpa del aumento de la ratio”, alerta esta docente, cuya máxima preocupación
pasa porque un día este centro termine desapareciendo.
El sector de la
enseñanza protagonizó el curso pasado una de las protestas con más repercusión:
la marea verde. Este otoño las manifestaciones continuarán. “La marea verde logró que los profesores
tomásemos conciencia de grupo, conciencia de lo público. Nos ha unido, y eso,
aunque las fuerzas puedan estar desgastadas por todas las huelgas que hicimos
el curso pasado, es un logro muy importante”, concluye Pinilla.
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